¡MI PEQUEÑA GRAN ESCUELA!
La labor docente, es un trabajo
arduo, se tiene que llevar una pizca de armonía, paciencia y mucho amor hacia
nuestro trabajo, siendo un todo, y especialista
para cada uno de ellos, en mi caso para 32 niños.
Me siento un niño con juguete
nuevo, la cual me traerá muchas satisfacciones, experiencias, y el que tendré
que cuidar. Mi nueva escuela a practicar, José Santos Godínez, ubicado en el
municipio de Xalisco, la escuela es muy pequeña, con solo 6 aulas, una para
cada grado, dos aulas extras una de dirección y otra de educación especial, en
esta escuela hay dos canchas, una cancha cívica y la otra de recreación, esta última
con un árbol muy frondoso que cubre hasta sus extremidades y permite que no
pasen los rayos del sol, se podría decir que es una techumbre al natural. Dos baños, uno para niñas y uno para niños y
por ultimo una tiendita muy pequeña, para satisfacer las pequeñas necesidades
del estómago. Tal vez la escuela no cubra toda las necesidades de
infraestructura, pero su labor por enseñar un aprendizaje es extenuante.
Mi salón, segundo grado, un aula
muy pequeña, un una biblioteca en su interior, libros donados por los padres de
familia, insuficientes para todo el grupo, compartidos por el grupo vespertino,
y un estante con material didáctico, hasta donde las posibilidades alcanzan.
Un aula con 32 alumnos dos con capacidades
diferentes, una hermosa pequeña, con una discapacidad intelectual, donde sus
pensamientos son los de una niña de tres años, en donde un “no se “casi no se
escucha de su boca, y un pequeño luchador, que con sacrificios y felicidad
realiza sus actividades, donde un “no puedo” es casi nulo. Para el, el día a día es co
mplicado, donde utilizar una silla de
ruedas no le impide moverse, y en donde tener una pequeña válvula en el cerebro
no le impide pensar, y actuar como sus demás compañeros, y a pesar de sus innumerables enfermedades, ahí
está listo, como un soldado al pie del cañón para trabajar, teniendo detrás de
el a un grupo que lo apoya y lo acompaña.
Por otro lado están esos niños,
los participativos, a los que se identifican con sus participaciones constantes
y acertadas, a los inquietos, los cuales
son a los primeros que me aprendo su
nombre, os callados pero trabajadores, que les da pena pasar al pizarrón y
hablar, a ellos los incentivaré as a perder ese miedo, y a los niños que esperan que todos les
solucione, que esperan que el pizarrón se llene de letras para únicamente copiar.
Y la maestra titular a la que quieren y aprecian, a la maestra amable y gentil.
En el transcurso por las escuela y
en especial por esta, he aprendido que una infraestructura no hace a una
persona intelectual, lo hace el entusiasmo, el esfuerzo y la dedicación por
aprender, pues me sorprende el poco rezago que hay en el aula, el único problema
que noto, es que no hay iniciativa, y esperan que todo se les resuelva, con el
tiempo espero contribuir a esa problemática y que poco a poco disminuya.